Resulta muy difícil enfocar una efeméride en la que Cristóbal Colón haya tenido alguna intervención sin encontrarse una polémica. Parece ser que todo está en duda respecto del marino y descubridor. Por supuesto, desde este blog no vamos a tomar partido por ninguna de las teorías respecto a la cuna de Cristóbal Colón, sus intereses o los datos con los que contaba a la hora de encarar la que sería su gran empresa.
Actualmente existen pocas dudas de que realmente Colón no fue el primer europeo en descubrir tierras al otro lado de la mar océana. Los viajes de los vikingos y su establecimiento en Terranova están ya muy documentados, y son legión los estudios sobre posibles viajes fenicios que podrían haber topado con el continente americano bastante antes. Sin embargo, todas esas polémicas encierran una conclusión bastante estéril, y es que ninguna puede desmentir el hecho de que fue con la expedición de Cristóbal Colón de 1492, bajo el patrocinio del Reino de Castilla, cuando la existencia del nuevo continente fue aprehendida por los reinos europeos de forma definitiva y fehaciente, cambiando el mundo tal y como lo conocemos. Por ello creo que el apelativo de "descubridor" que se le ha intentado negar a Cristóbal Colón, hace total justicia a su figura y a su innegable gesta.
El hecho de que sea un tema tan trillado no resulta excusa para no tratarlo o dejarlo de lado en estas efemérides, y es entonces cuando uno se encuentra con que un hecho tan establecido y notorio como la partida del viaje del descubrimiento desde el puerto de Palos, en Huelva, es también discutido, ya que se afirma que pudo haber partido en realidad del puerto de Pals, en la actual Girona, por aquel entonces en el reino de Aragón. Ello va en consonancia con las diversas teorías sobre el origen de Colón, respaldando evidentemente ésta la vertiente catalana de la historia. Desde el mayor de los desconocimientos sobre este tema y previas las pertinentes excusas, esta teoría implicaría borrar de un plumazo la existencia de Martín Alonso Pinzón y su hermano, todas las figuras que intervinieron en la preparación de la expedición, la prolija documentación sobre la adquisición de las carabelas y la nao, el rol en que figuran tripulantes mayoritariamente de la zona de Moguer, en Huelva, y una miríada de datos que figuran, negro sobre blanco, desde hace siglos. Por lo tanto alejándonos un tanto de polémicas que se nos antojan un poco interesadas y escasamente fundadas, nos centraremos en la historia oficial.
Tras diversas vicisitudes y habiendo sido rechazado su proyecto por el reino de Portugal, Colón consigue no sin esfuerzos el apoyo de la Corona de Castilla para el proyecto de abrir una nueva ruta a las Indias navegando directamente hacia el Oeste. El proyecto implica una alternativa a la ruta exploratoria portuguesa que rodea toda África doblando el cabo de Buena Esperanza y supone una posible área de expansión para los Reyes Católicos tras la consolidación del dominio peninsular. El proyecto implica asimismo seguir la teoría de la esfericidad de la tierra y de que por tanto ésta se puede circunnavegar. Isabel de Castilla somete el plan al examen de un Consejo de Expertos que se reúne en la Universidad de Salamanca y lo consideran poco viable precisamente porque siguen el concepto de esfericidad de Erastótenes, mucho mayor en su dimensión al manejado por Colón, y que sólo tiene un error de un 1% respecto a la aceptada actualmente. Este hecho resulta destacable porque el Consejo tenía razón, y el proyecto hubiese resultado un fracaso por la enorme distancia a recorrer, de no ser porque en la ruta se hallaba todo un continente hasta entonces ignoto.
Lo cierto es que Colón consigue el apoyo de Castilla y a través de las Capitulaciones de Santa Fé llega a un acuerdo con los Reyes Católicos en cuanto a las condiciones y el patrocinio de la expedición, el otorgamiento a Colón del título de almirante y virrey de todas las tierras que descubriese y un porcentaje de participación en los beneficios y gastos de la empresa, dotada con tres buques. Asimismo se despacha una cédula que impone a la Villa de Palos la dotación y equipamiento de dos carabelas.
Colón se desplaza entonces a Palos, donde tiene que vencer las reticencias locales a una empresa considerada como una locura. Sin embargo Colón consigue el apoyo del navegante local Martín Alonso Pinzón, que aportará a la expedición un gran capital y facilitará el enrolamiento y la dotación de las naves, eligiendo personalmente las dos carabelas y mandando La Pinta.
Finalmente se aprestan para la expedición los siguientes buques:
Nao Santa María: navío de tipo carraca, el más grande de la expedición, construida según parece en Galicia, y llamada originalmente La Gallega, propiedad de Juan de la Cosa. Arbolaba tres palos con velas cuadras en el trinquete y mayor, y una latina en la mesana. Desplazaba 240 toneladas.
Carabela La Pinta: carabela nórdica de tres palos, los dos primeros con velas cuadras y el de mesana con vela latina. particularmente rápida, construida en Palos y alquilada por el Concejo de la villa para la expedición. Desplazaba 115 toneladas. Fue la primera en llegar con la noticia del descubrimiento al puerto gallego de Baiona.
Carabela La Niña. carabela de velas latinas, convertida a cuadras como La Pinta en la recalada en Canarias. Construida en Moguer. Desplazaba 100 toneladas y destacaba por ser muy buena maniobrera.
De esta forma, el 3 de agosto de 1492, Cristobal Colón al mando de los tres buques con una tripulación total de 90 hombres, partía del puerto de Palos con destino a lo desconocido, en una singladura que había de transformar el mundo.
Pero esa, una vez más, será otra historia...