El Andrea Doria no era el barco más grande de su época (el Queen Elizabeth) ni el más rápido (El United States) pero era sin duda el más elegante y lujoso. Con 212 metros de eslora, 27 de manga y un desplazamiento de 29.100 toneladas, tenía capacidad para 1.200 pasajeros que transportaba a una velocidad de crucero de 23 nudos. Contaba con tres piscinas descubiertas, una para cada clase de pasaje, así como una profusa decoración y lujo tanto en los camarotes como en las diferentes estancias y comedores. En cuanto a la seguridad, era considerado uno de los buques más seguros de su tiempo gracias a su compartimentación, medidas de salvamento y radar anticolisión.
Nada de ello le sirvió al elegante buque. Ya se le había detectado una importante deficiencia, referida a la estabilidad transversal del buque, ya que tendía a escorar en demasía. En una ocasión fue tomado de través por una ola de grandes dimensiones y escoró 30 grados. Además la disposición de las lanchas salvavidas hacía que en caso de escora pronunciada todas las lanchas del costado contrario no se pudiesen arriar.
Sin embargo el Andrea Doria llevó a cabo una carrera de cien travesías del atlántico sin incidentes. Ello acabaría cuando en su viaje nº 101 con rumbo a Nueva York se cruzó con el transatlántico Stockholm, el 25 de julio de 1956, entre una espesa niebla. El buque italiano detectó en su radar al sueco a casi 45 km de distancia, determinando que pasarían a menos de una milla el uno del otro. El Stockholm varió de rumbo para ampliar aún más esta distancia de seguridad, pero a bordo del Doria cuando le comunicaron la eventualidad al capitán, Piero Calamai, éste varió a su vez el rumbo para cambiar de banda en la aproximación, contrarrestando la maniobra del buque sueco.
Poco después, los buques se avistaron por sus luces de posición, y de nuevo ambos efectuaron maniobras que anularon las de su oponente, hasta que, al salir de un banco de niebla, los tripulantes de ambos buques se vieron demasiado de cerca. El Stockholm viró a estribor, pero el Andrea Doria lo hizo a babor, cruzándose en su camino. La proa del Stockholm hendió el costado derecho del buque italiano bajo el puente. En la colisión los camarotes de las cubiertas inferiores fueron inundados pereciendo sus ocupantes. Sin embargo fue peor cuando el Stockholm dió marcha atrás y se retiró, desgajando las entrañas del buque italiano y matando a más pasajeros. Una niña fue milagrosamente transportada en su cama enredada con los restos de la proa del buque sueco.
El transatlántico italiano pronto fue víctima de una escora progresiva que lo condenó, ya que con una escora superior a 20% el agua pasaba por encima de los mamparos de los compartimentos, que sólo llegaban a la parte superior de la cubierta A. Asimismo los botes del costado de babor no se pudieron arriar por la escora, y los del costado de estribor quedaban muy alejados del buque.
Afortunadamente, al contrario que en el caso del Titanic, el buque siniestrado no estaba solo. El Stockholm conservaba su movilidad y flotabilidad, siendo el primero en asistir al buque siniestrado. El destructor estadounidense Edward Allen y el transatlántico Ile de France acudieron también al rescate, embarcando a todos los ocupantes.
Sin embargo, tristemente, 51 pasajeros del Andrea Doria y 5 del Stockholm habían perecido en el choque. El buque italiano finalmente volcó y se hundió a tan solo 90 metros de profundidad. Era el fin de la carrera intachable del capitán Calamai, en su viaje final en el Doria, ya que iba a ser trasladado al mando del Cristoforo Colombo. El accidente daría lugar a un sinfín de especulaciones y de pleitos. Las últimas investigaciones responsabilizan de la tragedia al tercer oficial sueco, de guardia durante la aproximación y la posterior colisión.
la accesibilidad relativa de los restos de este enorme y lujoso buque han hecho de su pecio uno de los más visitados por buceadores de todo el mundo.
Fuentes: Wikipedia.
Curioso lo de hacer hasta tres maniobras que se anulan....joder, a veces parece que la mejor solución es estarse quieto (que se lo pregunten a Rajoy).
ResponderEliminarInteresante como siempre la lectura
si, supongo que es como cuando te cruzas con alguien por la calle y se producen tres eternos segundos ridículos mientras haces un par de fintas para acabar chocando igual... impactante también el estado en el que quedó el stockholm (hay enlace), me recuerda al relato de un amigo mío sobre una colisión que vivió su padre en un petrolero... Rajoy, de tan quieto que está, parecería más bien un arrecife.
ResponderEliminarapertas
Después de leer en el mes de enero de pé a pa tanto este blog como el diario del capitan Daniels, quedo a la espera de conocer cómo siguen sus aventuras, y si quieren conocer a su compatriota el teniente 2º del 87º Irlandés:
ResponderEliminarhttp://enfermero9.blogspot.com/2011/02/ian-talling-libro-i-capitulo-1.html
Un saludo.
Ya he leído detenidamente su espacio y me ha encantado. Seguiré a la atenta espera de las aventuras de Ian Talling. Un placer verle por aquí.
ResponderEliminarSaludos.