jueves, 2 de junio de 2011

29 de julio de 1967: Incendio en el USS Forrestal

Desde que en la segunda guerra mundial el portaaviones sustituyó al acorazado como buque capital de cualquier flota que se precie, las diferentes escuadras se han diseñado con un objetivo muy claro, que es proteger sus portaaviones de cualquier amenaza, ya sea submarina, aérea o de superficie. Esta tendencia se ha ido acentuando conforme los portaaviones se iban haciendo más grandes y potentes, y conforme su número se iba reduciendo. Así, por ejemplo, la campaña de las malvinas de 1982 fue posible sólo por la presencia de los portaaviones británicos, y el hundimiento o los daños sufridos por alguno de ellos hubiese supuesto el fin de la campaña.

¿A dónde queremos ir a parar? pues al hecho de que los portaaviones se han convertido en las "niñas bonitas" de las flotas que los poseen, y no se racanea nada en torno a su seguridad. Ello ha llevado a que desde la II guerra mundial ningún portaaviones haya sido destruido en combate ni haya sufrido daños graves. Otro aspecto de esta protección extrema es la seguridad a bordo, ya que los portaaviones son enormes depósitos de combustible, municiones y todo tipo de sustancias altamente peligrosas almacenadas junto a aviones de combate y en general, un montón de aparatos con tendencia natural a hacer "tururú".

Lo cierto es que a lo largo de la historia de los portaaviones los logros en seguridad han sido destacados, y buena prueba de ello son los escasos accidentes graves sufridos, en comparación con otros tipos de buques. Es por ello que hoy nos ocupamos del más grave de estos accidentes, el que fue sufrido por el portaaviones estadounidense USS Forrestal.

El 29 de julio de 1967 el portaaviones USS Forrestal se hallaba en Yankee Station, en el Golfo de Tonkín, llevando a cabo operaciones de combate contra Vietnam del Norte. La dotación aérea de la nave estaba compuesta principalmente por aviones de ataque ligero A4 skyhawk, cazas F4 Phantom II y aviones de reconocimiento RA5 Vigilante.
Sobre las 10:50 de la mañana, ya se había lanzado una primera oleada de aviones de ataque y se estaban preparando y cargando los aviones para la segunda, situados en la cubierta de vuelo, a popa. Fue entonces cuando un cohete no guiado Mk 32 "Zuni", de 127 mm, se disparó accidentalmente de un F4 Phantom II al producirse una sobrecarga eléctrica cuando se pasó de suministro de energía externo al interno del avión. El cohete voló a través de la cubierta e impactó contra un A4 Skyhawk sin detonar, pero reventó el depósito de combustible del avión y lo incendió. Los aviones se encontraban aparcados pegados los unos a los otros, mientras eran cargados de bombas, muchas de las cuales eran antiguas bombas de composición B de 1000 libras que habían sido cargadas por una escasez de las más modernas mk 82 y tenían una temperatura límite de seguridad más baja, traspasada la cual la bomba reventaba. En ese avispero fue donde se produjo el incendio. Más tanques de combustible externos fueron detonando y añadiendo combustible, hasta que la primera de las bombas explosionó.

Esta primera explosión mató a casi todos los bomberos del destacamento de cubierta, por lo que las reacciones tuvieron bastante de improvisadas. El combustible ardiendo se filtró al hangar y a los compartimentos situados bajo la cubierta de vuelo. Por la ausencia de una grúa adecuada, muchos aviones tuvieron que ser lanzados al mar a mano, es decir, siendo empujados por los marineros por la borda, exponiéndose a las llamas, mientras los destructores de la escolta se aproximaban a menos de seis metros de la popa del coloso para colaborar en la extinción.


En total detonaron 9 bombas, que perforaron la cubierta blindada. 21 aviones fueron lanzados por la borda o resultaron tan dañados por la explosión que tuvieron que ser dados de baja. El incendio en cubierta se extinguió a las 12:45, aunque siguió rebrotando hasta que fue dado oficialmente como extinguido a las 4:00 horas de la mañana siguiente. 134 tripulantes murieron y otros 161 resultaron heridos, lo que sobrecargó la enfermería del buque, por lo que se dirigió escoltado por un destructor a reunirse con el buque hospital USS Repose.

El portaaviones fue reparado provisionalmente en Subic Bay, Filipinas, y posteriormente se trasladó al astillero naval de Norfolk. Estuvo 207 días sin navegar. Sin embargo, es destacable que pese a las repetidas explosiones y la seriedad del incendio declarado, en ningún momento se llegó a temer por la supervivencia del buque, El accidente sí que llevó a fijar nuevos protocolos de seguridad y medidas contraincendios, como aspersores automáticos de espuma antiincendios en la borda de la cubierta de vuelo.

Ha sido el accidente más grave sufrido por una de las "niñas bonitas" de la U.S. Navy desde la II Guerra Mundial.