sábado, 10 de julio de 2010

8 de julio de 1853: el comodoro Mathew C. Perry entra en la bahía de Tokio.

Siempre me ha llamado la atención lo extrañas que resultaban hace tiempo las relaciones comerciales. Sobre todo las que tenían lugar entre potencias colonizadoras europeas y países africanos o asiáticos. Entre ellas, sin duda ocupa un lugar de honor la llamada guerra del opio, sistema bastante curioso de obligar a un país soberano a aceptar que trafiques con droga en su territorio. No es ese el tema que nos ocupa hoy, porque está bastante alejado de la historia naval, pero es algo similar.

Uno de las evoluciones más destacadas en el progreso de un país es el caso de Japón, que pasó de un estado feudal a una potencia industrial y tecnológica en poco más de un siglo. A mediados del siglo XIX, el imperio japonés y su curioso sistema feudalista de gobernadores (shogun) era una incógnita para muchos países occidentales. Sin embargo había grandes beneficios para aquella potencia que se asegurase el control del comercio con aquella parte del mundo, y entre las potencias emergentes más hambrientas de un trozo del pastel en el comercio mundial se encontraba la joven y vigorosa república de los Estados Unidos de América. De esta forma, se llevaron a cabo intentos que resultaron infructuosos para concluir un tratado comercial con un país que estaba cerrado a cal y canto a injerencias extranjeras. De hecho sólo los holandeses podían comerciar con japon, y su comercio asiático había declinado por culpa del largo periodo de guerras napoleónicas. Finalmente, se recomendó que los intentos de concluir el tratado se respaldase por una "demostración de fuerza"

Ello fue encargado al comodoro Matthew C Perry en 1852. Proveniente de una familia de marinos, no debemos dejarnos engañar por que sólo fuese comodoro, ya que curiosamente la marina de los Estados Unidos no tuvo rango superior al de capitán hasta 1862.

Perry, veterano de la guerra de 1812 contra Gran Bretaña y héroe de la guerra contra México, llegó a la bahía de Edo (actual Tokio) el 8 de julio de 1853. Su escuadra estaba compuesta por los buques Mississipi, Plymouth, Saratoga y Susquehanna. Era la primera vez que los japoneses veían barcos propulsados a vapor. Ello no les impidió decirle a Perry que se desplazase a Nagasaki, que era el único puerto habilitado para el comercio con Holanda.

Perry tenía otros planes. Exigió que se le permitiese desembarcar para entregar una carta del presidente Millard Fillmore. Cuando esto se le negó, abrió fuego contra edificios portuarios. Previamente, en un intercambio cultural sin precedentes, envió a los japoneses dos banderas blancas, informándoles de que debían izarlas si decidían rendirse.

Perry desembarcó el 14 de julio de 1453, entregó la carta y partió hacia China, prometiendo ,eso sí, volver a por la respuesta. Los japoneses en su ausencia fortificaron la isla de Odaiba para defenderse de una posible incursión naval, pero cuando el comodoro americano volvió, en febrero de 1854, con una escuadra que doblaba en número la anterior, echaron mano del plan B, que fue entregarle una respuesta que satisfacía las demandas estadounidenses.

Como dije, una extraña forma de crear relaciones comerciales. Como curiosidad, los japoneses han empleado desde entonces la expresión "barcos negros" (la escuadra de Perry era de ese color) para referirse a una amenaza impuesta por la tecnología extranjera.

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