Los acontecimientos se precipitaron tras los sucesos del 2 de mayo de 1808. La mecha de la rebelión prendió en toda España, y Cádiz no fue una excepción. En Cádiz precisamente se hallaba también una escuadra española bajo el mando de Juan Ruiz de Apodaca, compuesta por los navíos Príncipe de Asturias (112), Terrible (74), Montañés (74), San Justo (74), San Fulgencio (64) y San Leandro (64). Contaba además con la fragata de 34 cañones Flora. El navío de 112 cañones Santa Ana se encontraba en puerto, pero en estado de carena y por tanto no contaba para la ocasión. La escuadra española sin embargo se encontraba en un estado lamentable de mantenimiento y las tripulaciones y oficiales llevaban meses sin cobrar sus pagas.
Pese a todo, como queda dicho, la llama de la insurrección prendió en Cádiz, con el asesinato de varios miembros de la colonia francesa y tripulantes de la escuadra de la misma nacionalidad de permiso. Ello llevó al almirante Rosilly, al mando de la escuadra, a tomar disposiciones para la defensa, alejando sus navíos de las baterías, mientras intentaba ganar tiempo de cara a la llegada a la ciudad del ejército de Dupont, que a la postre no llegaría nunca al ser derrotado en Bailén en el mes de Julio. Pero los acontecimientos se precipitaron con el asesinato del gobernador de Cádiz, el Marqués de Solano, precisamente por su timorata actuación frente a los franceses. Su sustituto, el Capitán General Tomás de Morla, junto con el jefe del departamento marítimo, Teniente General Moreno, y el jefe de escuadra Apodaca, optaron por emplear fuerzas sutiles en lugar de los navíos de línea, consistentes éstas en tres flotillas de 15 lanchas cañoneras y bombarderas, cuya maniobrabilidad en el espacio cerrado de la rada les daría ventaja, y en cuyo uso eran expertos y pioneros los españoles. A ello habría que sumar el fuego de las baterías de costa, reforzadas para la ocasión.
El 9 de junio Rosilly rechazó un ultimátum de Morla y el combate comenzó, prolongándose durante más de cinco horas. cinco lanchas bombarderas fueron destruidas, al igual que la batería de La Cantera. Por su parte la escuadra francesa quedó bastante maltratada, sufriendo 13 muertos y 52 heridos.
Los días siguientes se consumieron mientras Rosilly seguía intentando ganar tiempo y los españoles alistaban más medios para el ataque definitivo, entre ellos más pólvora, de la que andaban realmente escasos. se alistaron varios navíos más, se trajeron otras 1o cañoneras de Málaga y se hundieron el navío Miño y la urca Librada para bloquear el Arsenal e impedir que los franceses entraran en el mismo. El 14 de junio de 1808, finalmente, sabedor de que los medios en su contra eran abrumadores y no había esperanza, Rosilly rindió su escuadra. Cinco navíos de línea y una fragata de reciente construcción, armados con 456 cañones. 3.676 marinos franceses fueron tomados como prisioneros, y les esperaba un calvario en la isla de Cabrera. Pero eso, una vez más, es otra historia...
Fuentes: todoababor y wikipedia.
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