No es la primera vez que escribimos sobre un caso semejante. Ya en abril hablábamos de cómo el portaaviones USS Wasp partía por la mitad al destructor USS Hobson durante unas maniobras. 17 años después volvería a repetirse la historia.
La SEATO (alianza de naciones en el sureste de Asia con participación, entre otros, de EEUU, Inglaterra, Francia, Pakistán, Nueva Zelanda y Australia, disuelta en 1977) se encontraba realizando maniobras en el Mar de la China Meridional.
El portaaviones australiano HMAS Melbourne realizaba ejercicios de guerra anti-submarina junto a sus escoltas, los destructores estadounidenses Everett F. Larsson, Frank E. Evans y James E. Kyes, el inglés HMS Cleopatra y el HMNZS Blackpool, de Nueva Zelanda.
En la madrugada del 3 de junio de 1969 el Melbourne se disponía a lanzar el anvión anti-submarino S-2 Tracker y su comandante, John Philipp Stevenson, ordena al USS Evans que se sitúe en posición de defensa. El destructor se colocó junto a la proa del portaaviones, una maniobra que ya había realizado en tres ocasiones sin incidentes, aunque en esta ocasión se colocó a estribor y demasiado cerca del Melbourne.
El destructor se había puesto en la ruta del navío australiano, y desde su puente, inmediatamente, se envió un mensaje de radio al destructor avisándole del peligro que corría. Sin recibir respuesta, Stevenson decidió virar todo a babor, previo aviso de nuevo por radio e incluso al son de las sirenas. El Evans, pese a las advertencias, viró a su vez a estribor, ofreció por tanto su costado y el Melbourne lo partió por la mitad.
Inmediatamente el portaaviones paró máquinas y todos a bordo comenzaron con las labores de rescate, mientras que la parte seccionada de la popa se hundía rápidamente, yéndose con ella buena parte de los tripulantes que iban a perecer ahogados.
A base de helicópteros y botes, en menos de media hora se rescató a los supervivientes, aunque no se pudo impedir que 74 de los 273 tripulante a bordo del Evans desaparecieran para siempre en las aguas.
Lo más sorprendente de todo es que, durante la maniobra, el comandante del destructor estadounidense, Albert S. McLemore, ¡estaba dormido!, mientras que los oficiales que estaban al mando del Evans eran los tenientes Ronald Ramsey y James Hopson: el primero había suspendido el examen para ascender y el segundo navegaba a bordo de un navío por vez primera.
Ahí es nada.
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