En junio de 1919, y tras su derrota en la Primera Guerra Mundial, la flota alemana del almirante Ludwing Von Reuter se encontraba en la base inglesa de Scapa Flow mientras se decidía su futuro en el Tratado de Versalles.
Participante, entre otras, de la Batalla de Jutlandia, de la que hemos hablado en este blog, Von Reuter estaba al mando en ese momento de 74 barcos: 4 cruceros de batalla, 2 acorazados, 8 cruceros y 50 torpederos. El tamaño iba desde los 656 pies de longitud y 26.000 toneladas de peso hasta los de 5.000 e incluso 900 toneladas de los torpederos.
Fondeados estaban los enormes cruceros de batalla Seydlitz, Moltke, Von der Tann, Derfflinger e Hindenburg, así como buques de menor tamaño como el Kronprinz Wilhelm y el Köning, o cruceros ligeros como el Köln y el Dresden.
Durante los meses de tensa espera, las tripulaciones que permanecieron en Scapa Flow (la mayoría fue repatriada) estaban incomunicadas unas con otra, sin derecho a pisar tierra y sin una sola radio a bordo. Los ingleses sólo les facilitaban agua, carbón y petróleo, encargándose de todo lo demás, incluyendo los alimentos, los barcos que llegaban desde Alemania.
La información que les llegaba era muy limitada, periódicos con cuatro días de retraso, por ejemplo, pero a pesar de que los ingleses pensaba que los alemanes estaban poco informados sobre lo que sucedía de cara a su futuro, se equivocaban, ya que Von Reuter había seguido, con lupa, el proceso de paz y tomó una decisión: sabiendo que el 21 de junio finalizaba el armisticio (o sea, la tregua), como medida preventiva decidió hundir su flota para que no fuera repartida por los aliados.
Tras hablar con sus hombres de confianza, y con un golpe de suerte añadido al no encontrarse la flota inglesa al acecho al estar buena parte de maniobras después de siete meses de vigilancia, Von Reuter, a través de banderas, el 21 de junio de 1919 largó la señal acordaba con sus hombres de confianza (muchos no conocían el plan del almirante).
Poco a poco, los tanques de cada navío fueron llenándose de agua, en un lento hundimiento que ningún inglés presenció hasta que fue demasiado tarde.
Hubo bajas, ya que nueve tripulantes del SMS Markgraf, incluyendo a su comandante, Walter Schumann, fueron asesinados (recordemos que había tregua) por los británicos en su intento de que volvieran a sus barcos cuando trataban de abandonarlos en botes. Serían las últimas bajas de la Primera Guerra Mundial.
Como es lógico, Ludwing Von Reuter fue tratado como un villano en Gran Bretaña, hecho prisionero de guerra junto a otros 1.773 oficiales y tripulantes que formaban la reducida flota. En Alemania, por contra, fue considerado un héroe por haber protegido el honor de la flota.
Fuente: wikipedia
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