Francia e Inglaterra fueron enemigos en la Guerra de los 100 años (116 para ser exactos, desde el 1337 hasta el 1453), y la Batalla de Sluys está considerada como el primer gran enfrentamiento armado entre ambas naciones.
En aquella época casi todas las batallas tenían como origen tierras o herencias, y en este caso no iba a ser una excepción.
La madre de Eduardo III, el joven Rey de Inglaterra de tan sólo 16 años, era hija de Felipe IV de Francia, de la dinastía Capeto. Éste murió sin descendencia, ya que sus tres hijos varones fallecieron, por lo que Eduardo reclamó para sí la corona de Francia, nada menos.
Sin embargo, los galos no estaban por la labor, como es lógico, y cedieron el trono a la familia Valois. Entonces Eduardo declaró la guerra al país galo.
El rey inglés (de cuerpo presente) partió del puerto de Orwell con unas 200 naves aproximadamente, con 40.000 hombres a bordo. En la bahía de L'Ecluse (Sluyis o Sluis en flamenco), una zona ubicada entre la costa de Flandes occidental y la región holandesa de Zelanda, le esperaban los franceses, a las órdenes del almirante Hugo Quiéret, aunque buena parte de la flota la formaban las galeras genovesas del italiano Edigio Bocanegra.
Se da el caso de que entre las fuerzas francesas había barcos normandos que habían atacado la costa de Southampton, llevándose consigo la anterior nave capitana inglesa, la Cristopher, por lo que en la mañana del 24 de junio de 1340, Eduardo ordenó atacar su anterior navío tras manifestar su intención de "vengarse de ellos". Recuperaron el barco rápidamente tras masacrar la tripulación, y el estandarte del rey inglés ondeaba en lo alto al son de trompetas cuando comenzó el grueso del combate.
En esta época los combates no consistían en elaboradas maniobras marineras y elaborados tácticas navales. Los barcos estaban atados entre sí, con los arqueros situados en las cofas y desarrollándose en cada cubiertas cruentas luchas cuerpo a cuerpo.
Los ingleses vencieron y masacraron a los franceses. Se habla de entre 20.000 y 30.000 bajas, incluyendo a su comandante Quiéret. Bocanegra logró escapar, y además, se dice, tras capturar dos barcos ingleses con riquezas a bordo.
Esta victoria inglesa sería fundamental para los posteriores triunfos en Crecy (1346) y Poitiers (1356). En esta última fue capturado el rey francés, lo que obligó a Francia a firmar el Tratado de Berigio (1360), cediendo al Eduardo III todas las tierras que exigía, exceptuando el ducado de Normandía.
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