Si hablamos de Turgut Reis, a muchos, entre los que me incluyo hasta hace un rato, no les sonará de nada. Sin embargo, si decimos Dragut, la cosa cambia, sobre todo en el levante donde este almirante turco, tras haber sido capturado por el almirante genovés Andrea Doria a las órdenes de Carlos V, servido como esclavo en galeras cuatro años y liberado previo pago de un suntuoso rescate en 1544, obtuvo fama por sus ataques a Cullera y a Pollensa.
Tomó Mahdia y parte de Túnez en 1550, cuando contaba sólo con 32 años. En 1551 intentó por primera vez tomar la isla de Malta, y ese mismo año capturó Trípoli. En 1552 fue ascendido a comandante en jefe de la armada otomana. Siguió con su campaña de acoso desde las costas de Italia hasta el norte de África. Pero en 1565 llegaría su campaña más importante, el ataque a Malta por el sultán Soleiman. Los caballeros de Malta, anteriormente llamados caballeros hospitalarios de San Juan de Jerusalén, tenían en esta isla su bastión, y el intento de toma marcaba la cumbre del poder Otomano, que reunió una armada como no se había visto para la ocasión, en la que se decidiría el balance de poder en el Mediterráneo.
Las medidas defensivas tomadas por el maestre de la orden, Jean de la Valette, fueron un poco tardías ya que se estimaba que los turcos no llegarían hasta junio, y realmente fue el 18 de mayo de 1565 cuando una flota de 193 naves entre galeras, galeotas y naves de transporte aparecieron ante las costas maltesas desembarcando un ejército que se cifra en unos 30.000 hombres, frente a los 6.500 que podían alinear los defensores, que se refugiaron en los fuertes de San Ángel, San Miguel y San Elmo.
Este primer fuerte, defendido por unos 600 hombres, fue el primer objetivo de los otomanos, al mando de Turgut Reis. En unos días de bombardeo el fuerte fue prácticamente demolido, pero la guarnición aguantó asalto tras asalto durante un mes, causando una sangría entre los jenízaros asaltantes. Las cifras de bajas turcas superaron las 6.000, y entre ellas, el 23 de junio de 1565, se encontraría la de Dragut. Un disparo afortunado de cañon desde el fuerte (otras versiones apuntan a que fue un tiro desde la propia artillería otomana) impactó en una repisa frente al almirante, y los fragmentos desprendidos lo hirieron de muerte. Pese a todo recibió antes de morir las noticias de la toma del fuerte. Todos los defensores fueron pasados a cuchillo, pero el mal ya estaba hecho. El tiempo perdido y las bajas sufridas en San Elmo serían un serio lastre, y el ataque Otomano acabaría perdiendo ímpetu, en una de las gestas más celebradas en toda la cristiandad. Pero eso, una vez más, es otra historia...
Fuentes: Wikipedia
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