Ese fue el caso de la Rusia Zarista, una gran potencia europea con ambiciones en Asia y en el Pacífico. La colonización de Siberia y la construcción del Transiberiano hasta Vladivostok sólo eran una parte de los planes rusos, que incluían también la zona de Manchuria y Corea. Esto le llevaría de cabeza a chocar con el poder emergente nipón, que ambicionaba también dichas zonas. Ya con ocasión del tratado que puso fin a la primera guerra chino-japonesa, los rusos presionaron a las potencias europeas para que éstas convenciesen a Japón de renunciar a la cesión de Port Arthur a cambio de otras ventajas. La razón era evidente, Rusia quería ese puerto, abierto al Mar Amarillo, que al contrario que Vladivostok se encontraba libre de hielos todo el año. Así que ya en 1898 se llegó a un acuerdo (previa presencia de una potente flota rusa en dicho puerto) para la cesión de Port Arthur y de sus aguas a Rusia, que inmediatamente comenzó a fortificarlo y a construir un ferrocarril que lo uniese con el resto de dominios rusos.
Esta política expansionista del a priori gigante ruso llevó a la declaración de guerra por parte de Japón en 1904. El Zar Nicolás II, que siempre había usado la amenaza de guerra como su mejor baza, nunca pensó que los japoneses fuesen a recoger el guante. Pero Japón iba a demostrar que el código del Bushido tenía un excelente campo de aplicación en los conflictos modernos,y que las naciones jóvenes y dinámicas son realmente peligrosas como enemigos. Pese a contar con sólo seis acorazados en su flota, la armada japonesa, bajo el mando del almirante Togo se apresuró a bloquear Port Arthur y a la flota del Pacífico Rusa que se hallaba en su interior. Ello dió lugar a una serie de enfrentamientos inconclusivos entre la flota japonesa, la rusa y las baterías de costa que defendían el puerto. Sin embargo los dispositivos que se iban a cobrar el tributo más oneroso iban a ser las minas de uno y otro bando. el 12 de abril, una salida de dos acorazados rusos acabó en tragedia cuando ambos chocaron con minas, resultando en el hundimiento del buque insignia Petropavlosk. El almirante Makarov, al mando de la escuadra del Pacífico, se hundiría con él.
Un mes más tarde, el 15 de mayo de 1905, le llegaría el turno a los japoneses. Una escuadra al mando del almirante Nashiba, compuesta por los acorazados Hatsuse y Yashima, así como por el crucero Kasagi, se dirigió a Port Arthur para asegurar el bloqueo. sin embargo, cuando la escuadra enfiló una ruta paralela a la bocana, entró a toda máquina en un campo de minas tendido días antes por el minador ruso Amur. Los dos acorazados tocaron con sendas minas y el Hatsuse empezó a hundirse de proa. Cuando era socorrido por el Kasagi, tocó con un segundo artefacto que voló las cubiertas inferiores, hizo caer el mástil principal y las chimeneas. El buque se fue a pique en sólo un minuto y medio.
El almirante japonés y el capitán del buque pudieron ser rescatados, junto con 21 oficiales y 313 marineros. Otros 38 oficiales y 458 marineros no tuvieron tanta suerte. El otro acorazado, el Yashima, acabaría hundiéndose también mientras era remolcado a un puerto seguro.
Como curiosidad, la guerra ruso-japonesa empezó sin previa declaración de guerra, ya que el primer ataque a Port Arthur tuvo lugar tres horas antes de que el gobierno ruso recibiese la declaración. Algo que los estadounidenses deberían haberse anotado en algún sitio...
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