Muchos de nosotros conocemos historias de operaciones de rescate de tripulaciones de submarinos hundidos, y en ocasiones nos hemos preguntado si realmente existe alguna posibilidad de encontrar supervivientes y rescatarlos o bien todo es una carrera sin esperanza, en la que se mantienen las apariencias y se lleva a cabo un loable esfuerzo sin que existan precedentes de éxito.
Pues bien, esos precedentes existen, y el primero de ellos tuvo lugar en Portsmouth, New Hampshire, el 23 de mayo de 1939. El submarino estadounidense USS Squalus acababa de salir a hacer una inmersión de prueba que acabó complicándose, al quedarse abiertas las válvulas de inducción en plena inmersión. El buque se hundió de popa, clavándose ésta en el fondo fangoso a casi 70 metros de profundidad. Sin embargo gracias a la actuación de varios tripulantes que cerraron las escotillas de emergencia, 33 de los tripulantes pudieron agolparse en la sección de proa. Otros 26, que tenían su puesto asignado en popa, no tuvieron esa suerte.
El submarino estaba equipado con las medidas más punteras de seguridad para la época, y lo más importante, con un dispositivo de enganche para una campana de inmersión, lo que posibilitaba un rescate submarino.
Así, gracias a la cercanía a la costa, y a las bombas de humo lanzadas desde el submarino, se consiguió contactar con el submarino USS Sculpin, que había sido avisado desde la base naval del accidente. Entonces, a través de una boya equipada con una línea telefónica (otro medio de rescate con el que contaba el Squalus), se conoció la existencia de supervivientes en el submarino hundido y su estado, justo antes de que el cable se rompiese. Simultáneamente, habían salido para la zona los buques de rescate USS Peanook y USS Falcon, este último equipado con una campana de rescate.
Localizado el enganche de la campana por un buzo del Peanook, que había llegado a la zona a las 4 y 25 de la mañana del día 24, cuando los supervivientes ya llevaban más de 20 horas en el fondo. Tras la llegada del Falcon, la primera bajada de la campana tuvo lugar a las 11 y media de la mañana. El rescate concluyó con éxito tras 5 bajadas de la campana. El comandante del Squalus sería el último en abandonar su buque.
El Squalus sería reflotado tras permanecer 113 días en el fondo. Entraría en servicio de nuevo en mayo de 1940, bajo el nombre de USS Sailfish.
Fuentes: Wikipedia y foro de historia militar el Gran Capitán.
El submarino estaba equipado con las medidas más punteras de seguridad para la época, y lo más importante, con un dispositivo de enganche para una campana de inmersión, lo que posibilitaba un rescate submarino.
Así, gracias a la cercanía a la costa, y a las bombas de humo lanzadas desde el submarino, se consiguió contactar con el submarino USS Sculpin, que había sido avisado desde la base naval del accidente. Entonces, a través de una boya equipada con una línea telefónica (otro medio de rescate con el que contaba el Squalus), se conoció la existencia de supervivientes en el submarino hundido y su estado, justo antes de que el cable se rompiese. Simultáneamente, habían salido para la zona los buques de rescate USS Peanook y USS Falcon, este último equipado con una campana de rescate.
Localizado el enganche de la campana por un buzo del Peanook, que había llegado a la zona a las 4 y 25 de la mañana del día 24, cuando los supervivientes ya llevaban más de 20 horas en el fondo. Tras la llegada del Falcon, la primera bajada de la campana tuvo lugar a las 11 y media de la mañana. El rescate concluyó con éxito tras 5 bajadas de la campana. El comandante del Squalus sería el último en abandonar su buque.
El Squalus sería reflotado tras permanecer 113 días en el fondo. Entraría en servicio de nuevo en mayo de 1940, bajo el nombre de USS Sailfish.
Fuentes: Wikipedia y foro de historia militar el Gran Capitán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario